Las mieles del poder

Fue en el III informe de Javier Duarte. En el WTC de Boca del Río. Reunión de cuates en su departamento de lujo en el edificio “El pelícano”. El Golfo de México a lo lejos. La brisa marina. Los barcos fondeados en la bahía. Unas gaviotas aleteando formaditas en fila india impecable jugando a zambullirse a la cacería de un pescado saltarín.
Moisés Mansur, Jaime Porres y Franky García.

Por Luis Velázquez/Expediente 2017

Los asesores Enrique Jackson y José Murat. Otro asesor de lujo que operaba desde la Ciudad de México, Emilio Gamboa Patrón.
Un par de gobernadores. Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo, y Manuel Velasco Coello, de Chiapas.
Sus guardias pretorianos. Érick Lagos (suele darse manicure y pedicure en una estética en “Las araucarias”, cerca de una taquería), Jorge Carvallo junior, Alberto Silva Ramos y Adolfo Mota. Ellos, que en todos los actos públicos flanqueaban al preso de Guatemala y ni el viento pasaba. Dueños del día y de la noche. Y del destino social. Los penúltimos ideólogos de la revolución hecha gobierno. “El amo de la perversidad” que así llamaba Duarte a Silva según cuenta María Georgina Domínguez.
Entonces, un súper invitado, un hijo de Olegario Vázquez Raña, el dueño con su hermano Mario de las tiendas de los hermanos Vázquez, el dueño del periódico Excélsior, el dueño de la nueva televisora nacional, Imagen, tomó un tenedor y tintineó su copa. Y siguió tintineando… hasta llamar la atención.
Y se adueñó de la palabra. Dijo, por ejemplo, más o menillos:
–Quiero decir a ustedes que Javier Duarte es mi hermano. Y le quiero pedir que sea mi compadre. Y como una muestra le pido que intercambiemos relojes.
Duarte se desprendió del grupo con el que estaba, la risa doble, triple sandía tipo Diego Rivera en sus pinturas, algunos de cuyos cuadros colgaban en el rancho “El faunito”, aquel que antes fuera propiedad de Franky García.
Y tomó la palabra:
–Tú también, reviró, eres mi hermano. Y acepto el compadrazgo.
Luego luego, “rápido y furioso”, furiosamente tierno, se quitó el reloj y lo intercambió con el hijo de Vázquez Raña.
Y el aplauso. El vitoreo. El frenesí. Todos levantaron la copa y brindaron.
Los días de gloria.
Ahora, la vida es así de canija, Duarte en Guatemala pide que en nombre de los derechos humanos universales le den un colchón para dormir porque la cama de piedra (¡Ay, mi Cuco Sánchez!) está muy dura.
¡Ah!, también quiere que lo saquen a tomar su hora de sol, pero cuando todos los presos salgan al mismo tiempo para convivir porque se siente muy solo y ningún amigo lo visita.

DESLINDE DE FIDEL HERRERA

Fue en el cuarto informe de gobierno. En el castillo, ajá, de San Juan de Ulúa, la cárcel privada que fue de Porfirio Díaz Mori, donde encerraba a los disidentes y a los incómodos. Políticos, líderes, reporteros. El castillo donde enviaba los cadáveres de los obreros de Río Blanco, aquel 7 de enero de 1910, y los tiraran al mar. “¡Mátalos en caliente y luego averiguamos!”.
Gente bonita, VIP en el informe. Javier Duarte al micrófono se lanzó con todo en contra de Fidel Herrera, su padre putativo, su mecenas, su maestro de Ciencia Política.
Y de igual manera como Gustavo Carvajal Moreno, QEDP, hablando del “beso del diablo” a quienes visitaban a Luis Echeverría en su mansión en San Jerónimo, Duarte también acuñó la tesis filosófica. El pasado está muerto, dijo. Y quienes sean nostálgicos del poder se condenan.
Unos dicen que el discurso, quizá los renglones de tal parte del discurso, lo añadió Alberto Silva, “El amo de la perversidad” que así le llama ahora Gina repitiendo, dice ella, a Duarte.

LOS PERDEDORES DE ALMAS…

Días de gloria. Pero…¿cuándo, entonces, se jodió Duarte y jodió a Veracruz?
Los teóricos de la Ciencia Política crean y recrean otra tesis. Se llama “Los perdedores de almas”.
Entre ellos, los siguientes, y quienes endulzaban los oídos y los días y las noches de Duarte y el señor, ni modo, y como dice “El peje”, “cayó en la trampa”, ajá, como si fuera un niño.
Un grupo: los amigos Moy Mansur, Franky García y Jaime Porres.
Otro grupo: Enrique Jackson, Pepe Murat y Emilio Gamboa Patrón. Incluso, hay quienes afirman que en esta lista entraría Carlos Salinas de Gortari.
Otro grupo: los amigos de otra cofradía: Erick Lagos, Jorge Carvallo, Adolfo Mota, Édgar Spinoso y Alberto Silva.
Y por supuesto, las barbies. Un día, Duarte dijo:
“Yo como gobernador me he vuelto sexy”.
Claro, claro, claro, las barbies le sobraban. El billete fácil. Los cargos públicos. Los regalitos con cargo al erario, mejor dicho, a los impuestos pagados por el contribuyente.
Y en la lista han de agregarse, digamos, los cómplices. Mejor dicho, “los enanos del tapanco” que para conservar el puesto callaron. ORFIS. Comisión de Vigilancia del Congreso. Contraloría. Y los secretarios que fueran de la secretaría de Finanzas y Planeación, incluido Antonio Gómez Pelegrín, quien se justificaba con su frasecita romántica y cursi, vaya golpes de pecho:
“Yo le decía que estaba mal desviar el recurso federal, pero no me hacía caso”.
Cierto, no le hacía caso, pero Gómez Pelegrín siguió ahí, sin deslindarse, sin renunciar, tapando el lodazal.
Nadie le puso un alto. Nadie le renunció e interpuso denuncias penales. Nadie armó un escándalo con pruebas documentales para evitar el pillaje. Ahora, muchos de ellos, la mayoría, “se curan en salud”.

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