Mensaje del Obispo de Tuxpan: Jesús nos invita a preparar el camino del Señor

 

Las Lecturas de este Segundo Domingo II de Adviento nos invitan a contemplar y vivir el reino de paz y de justicia que viene a instaurar Jesucristo, el Mesías anunciado desde antiguo por los profetas y esperado ansiosamente por la humanidad. 

Y con el Salmo 71 hemos pedido: “Ven, Señor Rey de Justicia y de Paz”. Y proclamamos  que  “extenderá su Reino era tras era de un extremo a otro de la tierra”.

La Primera Lectura del Profeta Isaías (Is. 11, 1-10) nos habla del Mesías como un renuevo del tronco de Jesé que florecerá de su raíz,  y nos invita a contemplar el Reino que éste viene a instaurar entre nosotros…. Nos habla de una paz paradisiaca, en un ambiente de total armonía, de justicia y de entendimiento.

Y el Profeta lo hace con un relato simbólico en que nos presenta a animales -que por instinto son enemigos entre sí- viviendo en convivencia pacífica: el lobo con el cordero, la pantera con el cabrito, el novillo con el león, y hasta un niño que juega con la serpiente. 

Dios quiere que vivamos en paz

Con esta descripción creada por el profeta Isaías, en la que nos presenta una situación aparentemente imposible, Dios quiere motivarnos a todos para que avancemos en la construcción de un mundo mejor, un mundo más justo, una sociedad que viva en paz y armonía. 

El Señor nos está invitando a que, a pesar de nuestra débil naturaleza, nuestra vida manchada por el pecado; y por la que a veces también tendemos a ser antagónicos y rivales unos de los otros -como los animales que presenta el Profeta- intentemos vivir en paz, en justicia y fraternidad. 

Y podremos convivir en paz y en justicia, si todos –unos y otros- recibimos al Mesías, si aceptamos su Palabra, si vivimos de acuerdo a ella.

Armonía con Dios y con los hermanos

Es lo mismo que nos sugiere San Pablo en su Carta a los Romanos (Rom. 15, 4-9) cuando nos dice:  “Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, les conceda vivir en perfecta armonía unos con otros, conforme al Espíritu de Cristo Jesús, para  que, con un solo corazón y una sola voz alaben a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo”.

El cómo llegar a esa armonía en Cristo Jesús, para alabar con un solo corazón y una sola voz a Dios Padre, nos lo indica San Mateo en el Evangelio de hoy (Mt. 3, 1-12). 

San Mateo nos presenta a San Juan Bautista como aquél que Isaías anunciaba 700 años antes.  Es una frase muy importante.  Por eso esta frase nos viene recalcada en el Aleluya. “Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos” (Is. 40, 3).

Preparen el camino del Señor

Y ¿cómo se hacen rectos, cómo se allanan los caminos del Señor?  El Profeta Isaías  nos detalla un poco más esta labor de preparar los caminos. 

Nos pide:  “rellenar las quebradas y barrancos, y rebajar los montes y colinas” (Is. 40, 4-5), Nos dice el Evangelio que con estas palabras predicaba San Juan Bautista, para preparar la aparición del Mesías.  Juan llamaba a un cambio de vida, a la conversión, al arrepentimiento. 

Rebajar montes y colinas”  significa rebajar las alturas de nuestro orgullo, nuestra soberbia, nuestra altivez, nuestro engreimiento, nuestra auto-suficiencia, nuestra vanidad.  

“Rellenar quebradas y barrancos”  significa rellenar las bajezas de nuestro egoísmo, nuestra envidia, nuestras rivalidades, odios, venganzas, retaliaciones. 

Son pecados que dificultan el poder vivir en armonía unos con otros, alabando a Dios con un solo corazón y una sola voz.  Son pecados que impiden la realización de ese Reino de Paz y Justicia que Cristo viene a traernos.

Conversión y cambio de vida

Por eso San Juan Bautista es claro y exigente en su predicación:  “Cambien de vida, arrepiéntanse … hagan ver los frutos de su arrepentimiento”.  

Es la misma llamada que nos hace el Mesías que viene y que nos hace la Iglesia siempre, pero muy especialmente en este tiempo de Adviento: conversión, cambio de vida, rebajar las montañas y rellenar las bajezas de nuestros pecados, defectos, vicios, malas costumbres.

Ese llamado de hace casi dos siglos sigue siendo vigente. ¿Ha respondido el mundo?  ¿No seguimos los hombres y mujeres de hoy con las mismas actitudes de los de hace dos mil años?  

¿No podría San Juan Bautista decirnos las mismas cosas que dijo entonces?  “Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto será cortado y arrojado al fuego … El que viene después de mí (Jesucristo, el Mesías) separará el trigo de la paja.  Guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.

Al final seremos juzgados

Así termina el Evangelio de hoy.  Son palabras fuertes, que suenan a amenaza.  Pero son la realidad de cómo funcionan la Bondad y la Justicia Divinas. 

El Mesías ya vino hace dos mil años, y está presente en nosotros con su Gracia, está presente en la Eucaristía y en los demás Sacramentos, podemos -además- encontrarlo en la oración sincera, esa oración que busca al Señor para agradarlo, para entregarse a El, para conocer su Voluntad. 

El Adviento nos invita a la conversión, al cambio de vida, a entregar nuestro corazón, nuestra vida, nuestra voluntad a Dios. De nosotros depende aceptar la invitación de Dios, ya que él nos hizo libres.  El quiere que libremente acojamos su salvación y nos comprometamos en ella.

Al final de nuestro paso por el mundo tendremos dos opciones:  La felicidad total con Dios Cielo o quedar al margen y ser la paja que se quemará en el infierno, como termina el evangelio de este domingo. 

Con nuestra libertad podemos escoger: ¿Queremos ser “paja” arrojada al fuego o “trigo” que va a ser guardado en el granero del Señor?

+ Juan Navarro C. / Obispo de Tuxpan

 

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