Trump acusa a los periodistas “antipatrióticos” de poner vidas en peligro

El mandatario redobla su ofensiva contra los medios en una semana marcada por el veto a una periodista de CNN en un acto en la Casa Blanca por hacer «preguntas inapropiadas»

Por Antonia Laborde/El País

Ha sido una mala semana en la siempre convulsa relación de Donald Trump con los medios de comunicación. Y aunque esa sea la tónica, con ataques constantes a la prensa, el Gobierno avanza hacia una actitud combativa sin precedentes en la democracia moderna de Estados Unidos. Incluso llegó a aseverar que los periodistas «ponen en riesgo la vida de muchos» cuando revelan las deliberaciones internas de la Administración. El principal efecto ha sido propiciar una inusual solidaridad entre los siempre competitivos periodistas que cubren el día a día de la Casa Blanca.

Trump acusó este domingo a los medios de poner en riesgo la vida de muchas personas. «¡Muy antipatriótico!», apuntó en su cuenta de Twitter. Además, amenazó con que no permitirá que el país se llene de personas que lo odian por culpa de lo que vende «la moribunda industria de los periódicos». La última bala la gastó en The New York Times y The Washington Post, acusándolos de escribir noticias negativas «incluso sobre logros muy positivos: ¡Y nunca cambiarán!». Horas antes, el mandatario había anunciado en la red social que mantuvo hace poco una «muy buena» reunión con A.G. Sulzberger, el editor de The New York Times: «Pasé mucho tiempo hablando del gran número de noticias falsas de los medios y cómo esas noticias falsas se han transformado en la frase ‘Enemigo del pueblo’. Triste». Sulzberger explicó que la cita se celebró el 20 de julio y que le dijo a Trump que sus reproches a los periodistas «no solo son divisivos sino crecientemente peligrosos» porque inspiran a regímenes autoritarios a atacar la libertad de prensa.

Fue la culminación de una escalada de ataques a la prensa que empezó el martes. “No crean en la basura de esta gente, las noticias falsas”, dijo Trump, apuntando a los periodistas presentes en un acto con veteranos de guerra en Kansas City. El público se vino arriba y abucheó a los reporteros. Al día siguiente, la Casa Blanca le prohibió la entrada a un acto presidencial a Kaitlan Collins, periodista de la CNN, la cadena que Trump demoniza constantemente, por haber hecho “preguntas inapropiadas” pocas horas antes en la reunión entre el republicano y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. La cadena televisiva, calificada por Trump como “lo peor”, ha recibido el apoyo de distintos medios y de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que condenó la medida por coartar la libertad de prensa.

La Casa Blanca había despertado el miércoles con resaca mediática. La noche anterior, la CNN había divulgado una grabación entre Michael Cohen, el exabogado del presidente, y Trump, en la que se los escucha discutir el pago a una exmodelo de Playboy durante la campaña electoral con tal de silenciar una presunta aventura extramatrimonial. El que en su día fue el hombre de confianza del mandatario se había convertido en Judas de la noche a la mañana. Durante unas breves declaraciones en el Despacho Oval entre Trump y Juncker, la periodista Collins le preguntó cuatro veces al republicano sobre este asunto. Un “muchas gracias” de Trump es todo lo que consiguió. La verdadera respuesta se la daría más tarde porque la venganza es un plato que se sirve frío.

El nuevo director de comunicación de la Casa Blanca, Bill Shine, y la secretaria de prensa, Sarah Sanders, informaron a Collins que no podría asistir esa tarde a un acto de Trump y Juncker en la Rosaleda de la residencia presidencial porque sus preguntas fueron inapropiadas. “Al final de una conferencia de prensa en el Despacho Oval una periodista gritó preguntas y se negó a irse aunque muchas veces se le pidió que lo hiciera”, justificó la Casa Blanca en un comunicado.

La propia CNN fue la primera en repudiar el castigo: “Solo porque la Casa Blanca se siente incómoda con una pregunta sobre noticias del día, no significa que la pregunta no sea relevante y no deba ser hecha”. Después vinieron las muestras de apoyo de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca y de varias cadenas, incluida la conservadora Fox News, la favorita de Trump, dejando claro en qué lado de la trinchera están en un país donde la libertad de prensa es sagrada.

La SIP calificó el jueves el veto de “inapropiado y grave para el ejercicio de la libertad de prensa”. “Este no es un hecho casual y tampoco la primera vez que ocurre, se trata de una estrategia del presidente Donald Trump y sus funcionarios para seguir desacreditando al periodismo ‘incómodo’ que realiza su trabajo”, dijo Roberto Rock, presidente de la Sociedad.

El episodio le ha quitado el polvo a lo ocurrido hace dos semanas en Reino Unido en la conferencia de prensa de Trump y la primera ministra británica, Theresa May. Jim Acosta, de CNN, intentó hacer una pregunta y el presidente se negó a responder: «CNN son noticias falsas. No atiendo las preguntas de la CNN… Vamos a una cadena de televisión de verdad». Y dio el turno a John Roberts, de Fox News. Más tarde, la cadena de televisión conservadora, que camina sobre nubes de algodón en su relación con el presidente, tuiteó desde su cuenta el momento en que Trump avergonzó mundialmente a CNN. Ese mensaje complaciente de Roberts propiciaron el repudio de varios periodistas por la actitud desleal al gremio.

Los gestos de buena fe entre los periodistas de la Casa Blanca son inusuales. Uno que llamó la atención sucedió tras la reunión de Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, el 16 de julio en Helsinki. En una rueda de prensa de Sanders en la Casa Blanca, Hallie Jackson, corresponsal de NBC News, preguntó sobre la credibilidad del presidente. Para salir del paso, la portavoz dijo: «Siguiente pregunta» y le pasó el turno a Jordan Fabian del diario The Hill. La sala quedó en silencio. Y ante una Sanders desconcertada, Fabian invitó a Jackson a seguir con su turno de palabra.

A comienzos de julio, Trump designó director de comunicación de la Casa Blanca a Shine, un exejecutivo de Fox News, el canal informativo más visto en Estados Unidos y una referencia de la derecha. Al conocerse el nombramiento surgió la duda de si habría un acercamiento de la Casa Blanca a las cadenas de televisión o se acrecentaría el idilio de Trump con Fox, a la que elogia constantemente y utiliza como cantera para algunos puestos en el Gobierno. Aún no ha transcurrido un mes desde la llegada de Shine y ya se están sacando conclusiones. Quizá sea parte de una estrategia de Trump para desviar la atención y conseguir, finalmente, no responder a lo que se le pregunta.


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