Por Maquiavelo/Se dice que/Agencia Imagen del Golfo
Con la retirada de Gustavo Madero como coordinador de la bancada panista en la próxima diputación federal y el seguro arribo de Ricardo Anaya al liderazgo nacional de Acción Nacional, no se puede descartar al choleño Miguel Ángel Yunes Linares, por sus estrechas ligas con esos dos personajes se convierta en el nuevo pastor de los legisladores azules, y por ende, convertirse en un peligroso adversario para los candidatos priistas a la gubernatura de Veracruz.
Sería una auténtica pesadilla en el Congreso nacional para el gobierno del estado.
Tener los reflectores de los medios nacionales es el sueño más caro de todo político que aspira a un puesto importante dentro del competido universo gubernamental.
Se imaginan a Yunes Linares mandando a la tribuna a sus mejores oradores a despotricar en contra del gobierno priista de Veracruz y tener que quedarse callados los senadores del tricolor, ya que se trata de un foro diferente donde se desenvuelven los legisladores que buscan suceder a Javier Duarte de Ochoa. El único que podría medio contrarrestar esta borrasca parlamentaria de la Cámara Baja de los panistas sería el diputado plurinominal del Partido Verde Ecologista, Javier Herrera Borunda, con el grave inconveniente de ser consanguíneo directo del poder que maneja la entidad veracruzana.
Factor familiar que resta toda credibilidad. El talento y la inteligencia del diputado Adolfo Mota sería el que posiblemente diera una buena respuesta.
Yunes Linares como líder de la bancada panista tendrá la ventaja de participar con los forzados arreglos que requiere el gobierno federal y el propio presidente Peña Nieto por los recortes que se avecinan en el año más difícil para la economía nacional, por lo que tendría acceso directo a las cúpulas de las secretarías de Gobernación, Hacienda y la obligada entrevista con el inquilino de Los Pinos.
Llegar a un arreglo del dirigente máximo de los priistas con los caudillos panistas, pondrían el gobierno de Veracruz dentro de esa oferta, para terminar con la hegemonía de casi nueve décadas de ese partido político, que le resultaría conveniente en su obligada tarea democrática que debe mostrar el gobierno federal, durante la complicada segunda parte de una administración que requiere y está urgida de nuevos aires de transparencia electoral.
Pareciera que la mesa está puesta para que haya un verdadero cambio de partido político en Veracruz, de acuerdo al consenso de los analistas del altiplano.
Si lo hubiera planeado Miguel Ángel Yunes Linares no le hubiera resultado este traje a la medida.
Las circunstancias están dadas.
La única salida que tienen los priistas de Veracruz desde su gobernador, hasta el último de sus candidatos, sería que el legislador con licencia, Javier Corral, ganara la presidencia del CEN panista.
Aprovecharían los funcionarios del gobierno estatal la experiencia adquirida de trabajar estos últimos años con los partidos de oposición, siempre y cuando haya un buen reparto de recursos.
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