Los asesinatos de mujeres en Veracruz

 

Los perfiles del crimen: “Feminofobia social” y feminicidio

 

Por Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo

 

 

Para iniciar mi intervención quiero hacer una pregunta ¿La vida de la mujer, vale lo mismo que la de un hombre?, por supuesto que sí, ambos como seres humanos valemos lo mismo ante la sociedad y ante ley. Y ese un principio que debemos asimilar de inicio tanto hombres como mujeres. Pero, todos sabemos que la realidad se confronta con ese principio de igualdad, porque existen predisponentes medio ambientales en la actualidad que no sólo acentúan las variables discriminatorias y de sometimiento hacia la mujer, sino que están provocando una inercia de violencia que concluye en muertes de mujeres, como parte de esa descomposición generalizada.

 

Esa inercia se constituye de diferentes factores o variables: La vida acelerada, la búsqueda del dinero cómodo, el desempleo y subempleo, la competencia profesional, la pobreza, la discriminación, la concentración de la riqueza en unos cuantos, la corrupción e injusticia hacia los grupos más vulnerables entre muchas otras, que aceleran el proceso de descomposición del medio y se convierten en predisponentes que afectan directamente a las mujeres veracruzanas, sus parejas y familias.

 

Dichos predisponentes medioambientales, me permitido conceptualizarlos en un solo término: “feminofóbia social”. El concepto no existe como tal en los catálogos de los trastornos de la personalidad o de la conducta social,  sino más bien me atrevo a adaptarlo y adoptarlo para explicar y describir un fenómeno que flota en el ambiente, que se presenta en diferentes formas de descomposición social y se manifiesta en  comportamientos y actitudes de confrontación extrema de intereses entre hombres y mujeres, orillando por lo general a los varones a reaccionar de manera agresiva hacia la figura femenina viéndola como competencia o como impedimento a sus intereses y por lo tanto como sujeto a ser excluido o eliminado.

 

Esta preocupación se evidencia en la propuesta que hiciera el Gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa a este Congreso a principio del mes de Junio, en el que expresa su preocupación por frenar un problema que ha crecido en nuestro Estado y ha llevado a incrementar los índices de mortalidad por agresión, como producto de,  cito textual: “un entorno que produce violencia y muerte hacia las mujeres, “por el hecho de ser mujeres”.

 

Los diagnósticos cuantitativos en el Estado, nos dicen que en  Veracruz en tan sólo una década  de 2000 a 2010, hubo más de 700 mujeres asesinadas (sin contar los datos que se reserva el sector salud), ocupando en la actualidad  el lugar 15 por taza en todo el país. Y curiosamente de 3 años a la fecha y, se pone como ejemplo el año 2009, se registraron 101 casos de muertes de niñas y mujeres con presunción de homicidios, lo que demuestra que el problema va en aumento y que hay que investigar las causas, castigar con mayor severidad a los agresores y analizar el perfil de los asesinos y contextos, para tomar medidas emergentes para detectarlos, detenerlos y castigarles; atendiendo en paralelo, los predisponentes medioambientales que propician éstas reacciones.  

 

Luego entonces, no bastan los diagnósticos cuantitativos sino los cualitativos, que llevan al estudio de:

 

a)            Las psicopatologías individuales; Es decir, los perfiles de los agresores o asesinos de mujeres, que generalmente son sujetos que tienen adquiridos aprendizajes y patrones de agresión tomados de modelos familiares desde la infancia, la violación o la falta de respeto a su individualidad, el consumo de estupefacientes y/o predisponentes diversos del medio social y cultural en donde vive. Por lo general son personas que se irritan con facilidad y desfogan sus corajes desde la niñez con objetos, videojuegos, animales, o con sujetos que le representen debilidad (hermanos menores, ancianos, compañeros de clase, etc.), y van adoptando una personalidad violenta e intolerante con el tiempo; Y si no buscan ayuda, pueden llegar a estados críticos de la conducta. Entre las psicopatologías más frecuentes de los agresores y homicidas están: 1) Trastornos del estado de ánimo: Bipolaridad (maniaco- depresivo con minusvalías inconscientes); 2) trastornos del control de los impulsos: explosivo intermitente o agresividad incontrolable; y 3) Trastornos de ansiedad: reacciones obsesivas-compulsivas, que caen en las clasificaciones de las psiconeurosis y psicosis.

 

b)           El análisis sociocultural. Que incluye el estudio de las variables del medio que precipitan comportamientos de inconformidad y agresividad, tales como : la cultura machista, los comportamientos masoquistas, la misoginia y el feminismo radical; aunado a condicionantes familiares que generan odio o  frustración como:

 

1.-Las relaciones de pareja y familias conflictuadas.- Cuando las relaciones de pareja caen en  la patología intrafamiliar, derivado de: la intolerancia y desamor agravando el círculo vicioso: te quiero-te odio-te maltrato-te perdono y te vuelvo a querer, y si no media la menor intención de las partes de buscar ayuda para superar ese círculo, las problemas se agravan con el tiempo y el problema puede llegar a extremos.

 

2.-Los celos incontrolables.-Aquellos que surgen de una parte hacia la otra o incluso de ambos lados, que desembocan en actitudes revanchistas o de falta de respeto constante entre las partes y que por supuesto, aunado a un desequilibrio emocional, puede desencadenar en tragedias.

 

3.-Las infidelidades (probadas).-Que se agravan cuando las parejas en crisis, no resuelven ni finiquitan sus relaciones por codependencia emocional o económica y tampoco buscan ayuda, enganchándose en el círculo: te engaño-me descubres-te agredo- te perdono- te vuelvo a engañar. Las reacciones son similares a la de los celos incontrolables ya citado.

 

4.-La No superación de separaciones o divorcios.- Que hace que se vuelva obsesivo el asedio para cobrar revancha hacia la otra parte, acosándola para verla sufrir. En este caso la agresión la hacen directamente con la víctima o toman como rehenes a los hijos.

 

5.-Las propias frustraciones y patologías emocionales de los padres.- Padres violentos, aunado a drogas, alcohol y/o trastornos de la conducta y de la personalidad, que agreden habitualmente a las partes más débiles de la familia y en este caso  son: la esposa y los hijos y que si oponen resistencia pueden causarles la muerte.

               

Existen otras agravantes que se presentan en el ambiente laboral y comunitario, por ejemplo:


1.-Los acosos sexuales.-Que hace que los agresores tiendan a someter a su víctima, especialmente cuando tienen relaciones de poder, y al no aceptar el rechazo, su forma de demostrar dominio esta en atentar física, emocional o psicológicamente  y dependiendo del grado de la patología del atacante, son las consecuencias del acto.


2.-La enajenante pobreza y la falta de modelos positivos en el medio.- Nuevamente menciono a la pobreza porque es un factor muy fuerte que provoca insatisfacción y frustración en los individuos. Es difícil, en un medio en donde se vive rodeado de carencias, de promiscuidad, de actitudes machistas y agresivas, de modelos negativos de consumo de alcohol o drogas, de maltrato, de comportamientos sexuales inadecuados, etc., el que las personas se salven de no contaminar su vida y personalidad y de no recibir daños emocionales o de comportamiento. 


3.-La desprotección de las mujeres en los centros de trabajo.-Cuando las mujeres están expensas a la presión psicológica o la amenaza de un superior y que al rechazar al agresor, desencadena en odio y violencia, particularmente cuando la mujer descubre a su agresor o lo enfrenta. 


4.-La apatía y corrupción en autoridades y la acción del Estado.-Cuando aun habiendo recursos legales, asistenciales, clínicos manejados por el Estado,  no se utilizan por apatía, negligencia, ignorancia o corrupción.


Igualmente, la “feminofóbia social”, está presente  también en los ambientes del bajo mundo. En el mundo de los negocios ilícitos y de las drogas, incursionan mujeres (de manera voluntaria u obligadas)  para ejercer la prostitución o para ser parte de los mismos negocios; pero el resultado es el mismo, las mujeres son usadas, desechadas o eliminadas cuando ya no son necesarias. Por ello en las regiones o espacios geográficos  donde proliferan los giros de bares, table dance o  bartop dance, salones de juego, etc, o en las regiones donde existen centros laborales en donde predominan mujeres, tales como: maquiladoras,  escuelas rurales, corte de café, algodón, naranja, etc., o en las regiones fronterizas en donde hay intercambio de dólares, etc., se convierten en grupos de alto riesgo. Esto quiere decir que algunas mujeres por estar en esos grupos tienen mayor exposición a la violencia y la amenaza a su vida, se convierten en víctimas potenciales de los agresores y asesinos y, el Estado debe protegerlas, pues su ubicación en el orden social las hace mayormente vulnerables. Porque existen factores que irritan a un agresor o un asesino de mujeres y son aspectos como: la autoridad (sea formal o informal), su superioridad (intelectual, económica, etc.), su empoderamiento (desarrollo de capacidades para tomar decisiones), su seguridad (equilibrio y madurez) o por lo contrario su ignorancia, torpeza e inutilidad.

 

Es decir, en la actualidad las socio-psico-patologías , que conforman la feminofóbia social”, pueden estar o no a la vista; pueden ser potenciales o reales: pueden reaccionar por períodos imprecisos u homogéneos; pueden ubicarse en medios marginados o por el contrario en los potencialmente ricos, etc.; éstas dependen del grado de disgregación del contexto donde se sitúan los sujetos y del nivel cultural y social de los grupos o sociedades; es decir, no corresponden a casos individuales o aislados, sino a fenómenos generales que alteran el clima social y jurídico de una comunidad, un estado o un país.

 

Aunque ya se cuenta en el país y en el Estado con una Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (que tiene que ser revisada a fondo) y la Ley reglamentaria del art. 4º constitucional sobre la igualdad entre hombres y mujeres, además de instancias como los Institutos Estatal y Municipales de la Mujer, que coincido en que sean mutuamente coadyuvantes con los ministerios públicos, se deben de armonizar tales preceptos, para que no se apliquen aislados sino que sean congruentes y objetivos y respondan a la solución de las necesidades y problemas de mundo en que vivimos. Porque de nada servirá el contar con los mejores ordenamientos legales, si éstos están desfasados o no son aplicados por: ignorancia, desconocimiento o falta de interés de las autoridades.

 

Luego entonces, de ser aprobada la Ley, se deben insistir en los siguientes puntos:


•             Que las penas para los asesinos se eleven de 30 a 60 años de cárcel en caso de feminicidio, siendo más elevada que la del homicidio calificado que es entre 20 y 50 años.


•             Que el registro público de delitos contra mujeres, integre la estadística (cualitativas y cuantitativas)  criminal y victimal, con perfiles específicos de los delincuentes, para llevar un seguimiento de su actuación y para redefinir políticas gubernamentales en materia de prevención del delito, procuración y administración de justicia y de protección hacia las mujeres y sus familias.


•             Igualmente se deberá llevar una base informativa sobre los móviles, diligencias básicas a realizar, así como las dificultades para la práctica de diligencias y de terminaciones, los índices de incidencia y reincidencia, consignación, sanción y reparación del daño.


•             Y se tendrá que considerar las condicionantes de los grupos de alto riesgo y los contextos que también predisponen la acción a los agresores o asesinos.


Por eso, me sumo a la propuesta que el Gobernador de nuestro Estado ha enviado para tipificar el delito de feminicidio y se modifiquen para el efecto, en sus artículos relativos el Código de Procedimientos Penales para el Estado, la Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia Estatal, la Ley Orgánica del Poder Judicial del Estado de Veracruz, La Ley de Salud, etc., como una necesidad urgente  de frenar ese clima generalizado que precipita la agresión y la violencia en nuestro medio y se implementen las medidas legislativas con justicia e imparcialidad, para garantizar la protección a la vida , de quienes generamos vida: NOSOTRAS LAS MUJERES.

 


 

 

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