Por Marco Antonio Medina Pérez/La escena veracruzana
En su mensaje a la Nación del 5 de abril, el presidente López Obrador dio un contundente no a la salida neoliberal a la crisis económica que se cierne sobre el país con motivo de la pandemia del Covid-19. Ya lo venía anunciando. Hoy lo ha confirmado.
El Programa Emergente para el Bienestar y el Empleo es un programa no ortodoxo, se aleja de las salidas que se acostumbraban antaño. No es un acuerdo nacional en donde se convoque a todas las fuerzas del país, pues sabe que la derecha no concuerda con esta política.
Tampoco se alinea a las recomendaciones de las calificadoras de inversión ni a los organismos financieros internacionales. No aumentará la deuda pública ni los impuestos, no disminuirá los programas sociales, no despedirá a miles de burócratas, como eran las recetas anteriores. Tiene claro que los programas emergentes de la época neoliberal eran un negocio redondo para los políticos y empresarios de élite y poco beneficiaban al pueblo.
El programa emergente expuesto por AMLO tiene la meta ambiciosa de generar 2 millones de empleos en los 9 meses que le restan a este año. Un plan semejante al aplicado por Roosevelt para salir de la crisis de los años treinta del siglo pasado.
228 mil de estos empleos se crearán con el programa de introducción de agua potable, drenaje, pavimento y la construcción y mejoramiento de 50 mil viviendas en 50 municipios marginados del país. A esta cifra hay que añadir 200 mil empleos más en el programa Sembrando Vida; 45 mil nuevos médicos y enfermeras contratados por el resto del año; 31 mil nuevos elementos de la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina; 270 mil por concepto de construcción de vivienda del FOVISSSTE e INFONAVIT; el desarrollo del corredor Transístmico abonará 7,300 empleos; el Tren Maya, 80 mil. Tan solo estos datos puntuales del informe presidencial apuntan a más de 860 mil empleos nuevos.
Pero hay otros programas generadores de empleos, de los que no se da cifra precisa. Andrés Manuel expresó que se otorgarán 2 millones 100 mil créditos personales de vivienda y para empresas familiares, que tendrán repercusión sin duda en nuevos empleos; PEMEX tendrá 65 mil millones de pesos (mmdp) adicionales; se agregarán 450 mil acciones más del programa Tandas del Bienestar; y se dará a conocer un programa de inversión pública, privada y social por 339 mmdp.
En tanto, los proyectos de inversión como el aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería Dos Bocas, la reconfiguración de las otras 6 refinerías, los proyectos carreteros y portuarios, seguirán su curso aportando una cantidad adicional de empleo, según el plan presidencial.
En el informe del pasado domingo apenas quedó esbozado el Programa Emergente para el Bienestar y el Empleo, pero el mensaje fundamental es claro. No se recurrirá a los viejos moldes de mayor endeudamiento para rescatar a grandes empresas y bancos. Sí se acelerará la devolución del IVA a los contribuyentes, no habrá una mayor carga fiscal para éstos y se mantendrán los estímulos fiscales y de hidrocarburos en la frontera norte.
Por lo pronto, el financiamiento correrá a cargo del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP, 289 mmdp), los fideicomisos sin estructura que se disolverán (250 mmdp); los fondos de la banca de desarrollo; la liberación de recursos por el plan de austeridad y la enajenación de bienes mal habidos.
La apuesta presidencial es alta, a contracorriente de lo que se viene imponiendo en el mundo. Cuenta AMLO con la fortaleza de su propuesta en la base social, la que ha estado marginada por décadas, y en el fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa, generadora mayoritaria de empleos. Contará mucho el éxito de la estrategia contra la pandemia y el fortalecimiento del sector salud, como viene sucediendo.
Se recupera en esta contingencia el papel rector del Estado para salir adelante. No debe haber duda. Hoy más que nunca la unidad en torno a la propuesta presidencial es vital.
marco.a.medinaperez@gmail.com
Editorial
