Por Andrés Timoteo/Texto Irreverente
CASORIO FURTIVO
Dicen que el diputado federal y exvocero duartista, Alberto Silva Ramos se casó el sábado anterior en el templo de Nuestra Señora de la Asunción del municipio de San Rafael, al norte del estado, pero su boda – si es que se realizó- no causó tanto alboroto como la del diputado local, Rodrigo García Escalante cuyos esponsales fueron en la Riviera Maya, e hicieron que se ocupara tiempo y recursos legislativos para que otros legisladores pudieran acompañarlo a la fiesta.
Sobre el casorio de Silva Ramos se especuló bastante, desde que corrieron las amonestaciones para la boda religiosa, especialmente sobre los políticos que asistirían –claro, a excepción del exgobernador Javier Duarte que está en prisión- pero todo se realizó con bajo perfil mediático. Silva desposó en segundas nupcias a su secretaria, Paola Virues Rodríguez, 19 años menor que él, casi a escondidas, en la penumbra, en una boda furtiva.
No necesitaba más reflectores de los que ya tiene el también exalcalde de Tuxpan pues durante ese mismo fin de semana la noticia que acaparó titulares fue su deslinde del saqueo financiero que hizo por escrito ante la Fiscalía General del estado, según lo difundió el portal Animal Político. Silva Ramos se ‘lavó las manos’, como dice el clásico, y culpó de todo a su predecesora en la Coordinación de Comunicación Social, María Gina Domínguez y al tesorero de Sefiplan, Tarek Abdalá, quien es su compañero de bancada en la Cámara de Diputados.
El argumento de defensa es pueril, por supuesto, pues afirma que él no autorizó el pago de más de 645 millones de pesos a diez empresas fantasmas sino solo consiguió las facturas para arreglar el entuerto que le dejaron Domínguez y Tarek. ¿Pues de qué se trata, si encubrir un ilícito también es ilegal, lo hace cómplice? Vaya que para torpe no se estudia, pero en fin, tal es la defensa de quien es considerado el hombre más cercano a Duarte.
Sin embargo, lo expuesto en su defensa también devela una cierta desesperación. Intenta sacudirse la persecución judicial, culpando a los demás, aunque nada de lo que diga es creíble pues Silva Ramos es un ladrón contumaz, hizo el uno-dos con Duarte de Ochoa, y hoy, luego de doce años se haber sido servidor público – desde la fidelidad hasta el duartismo-, es uno de los fidelistas más acaudalados. Con una fortuna mal habida.
Sí Silva Ramos no lo desafueran ahora –sobre todo porque el fiscal del estado salió bastante malo en eso de sustentar los juicios de procedencia- habrá que esperar hasta el primero de septiembre del 2018 –ya dentro de un año y escasos ocho días- para que deje de ser diputado y pueda ser detenido. ¡Corren las apuestas para ver si huye o no del país! La especie es que antes de que concluya el periodo legislativo, el tipo que tiene un apodo plumífero, emprenderá el ‘vuelo’ hacía el extranjero.
Igual que se reciben pujas por Tarek Abdala, Jorge Carvallo, Adolfo Mota, Edgar Spinoso, Nohemí Guzmán y Erick Lagos, entre otros que también hoy están protegidos por el fuero legislativo, pero que son parte de la misma banda. Respecto a varios de estos legisladores –al igual que en el caso de los locales Juan Manuel del Castillo y Vicente Benítez- hay una situación peculiar: la voz popular asegura que negociaron con el gobierno en turno, entregaron parte de lo robado, proporcionaron información que sirve a la persecución de sus semejantes y así compraron un retazo de impunidad.
Eso es algo más especulativo que certero y un precedente lo indica: los cómplices de Duarte en el nudo principal de la madeja para desviar recursos públicos, ya sea en empresas fantasmas o en inversiones inmobiliarias tanto en México como en el extranjero, como Juan José Janeiro y Moisés Mansur Cisneros, tienen procesos judiciales abiertos. Es decir, no hubo canje de impunidad a cambio de información y del retorno del botín. Entonces, se espera que lo mismo suceda con todos los mencionados, que llegando la hora de que se encuentren sin fuero, los atrape la policía y sean llevados ante los tribunales. En un año y una semana.
Envoyé depuis Paris, France.
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