El terremoto que creó un laberinto

 El sismo de Sumatra en abril de 2012 fue el más fuerte registrado lejos de los límites entre dos placas tectónicas

 


El epicentro del temblor se situó relativamente cerca del del terremoto que causó el dramático tsunami de 2004

 

El terremoto más poderoso de 2012 —de 8,6 grados— se registró el pasado abril en el océano Índico, cerca de la isla de Sumatra. Fue un temblor muy peculiar. No ocurrió en la zona de colisión entre dos placas tectónicas, como es habitual en todos los grandes sismos, sino que fue un «terremoto intraplaca», es decir, sucedió dentro de los dominios de una. Los científicos creían que éstos no podían ser tan violentos.

Además, un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de California, que realizaron la primera observación de alta resolución del temblor, descubrieron que éste fue increiblemente complejo. Se propagó rompiendo multitud de fallas que formaban entre sí ángulos casi rectos, como si avanzase por un laberinto.

«Nuestros resultados indican que el quebramiento del terremoto siguió un camino excepcionalmente tortuoso, rompiendo multitud de segmentos de una red previamente no identificada de fallas perpendiculares entre sí», ha afirmado Jean-Paul Ampuero, uno de los autores del estudio, publicado en Science Express. «Este sismo nos ha dado la improbable oportunidad de investigar la física de estos eventos tan extremos, y de medir las propiedades mecánicas de los materiales que se encuentran a gran profundidad bajo los océanos».

Además de ser el terremoto más intenso de 2012, y el más poderoso registrado lejos de los límites entre placas tectónicas, también es el más fuerte del que se tiene noticia que acontece en fallas de desgarre —cuando los lados de la falla empujan horizontalmente en sentidos opuestos—.

Para diseccionar con tanta precisión el terremoto y poder deducir el complejo juego de fallas y rupturas que se dieron, los investigadores han medido los movimientos sísmicos con sensores situados en distintos lugares del globo. Después han analizado por triangulación —considerando los retardos entre las señales— los datos para ofrecer la imagen más precisa del temblor.

Los investigadores postulan que puede que fuese el agua del mar la que permitió que todos estos acontecimientos, nunca antes registrados, tuviesen lugar. «Una posible explicación para una cadena de rupturas tan complicada puede ser una fricción reducida gracias a la interacción entre el agua y las rocas del fondo oceánico», ha afirmado Tsai, coautor del estudio.

Y aún tiene una particularidad más. A pesar de haber ocurrido en una placa tectónica previamente fracturada —y por tanto con lugares en los que potencialmente era más fácil que se rompiese—, el resquebrajamiento de este terremoto marcó su propio camino. Su propio laberinto. Ignoró por completo las rupturas antiguas.

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